Si queremos crear la vida que soñamos, guiados por nuestros deseos verdaderos, es esencial encontrarnos a nosotros mismos y recordar nuestro verdadero SER.
Ese SER que no está condicionado, que no está estructurado, ese ser que puede expresar para qué vino a esta tierra con total claridad.
Ese Ser que es conciencia pura, y divina, que tiene la capacidad de experimentar y co-crear, a imagen y semejanza de la fuente de toda creación: de la gracia de Dios
Ese Ser, al igual que su creador, y al igual que todo lo que hay en el universo divino es energía, y la energía es luz e información.
La luz y la información están en continuo movimiento por lo tanto son variables, y hacen que el Ser también lo sea. Esta característica le permite al Ser vibrar en distintas frecuencias, según sea aquello que desee experimentar.
Las frecuencias pueden ser más bajas y más altas, y en función de eso, nos van a permitir conectar y atraer al mismo nivel.
Una esencia, distinta frecuencia
Para estar en sintonía con el planeta tierra, el ser humano experimenta desde distintas vibraciones: cuerpo, mente, alma, espíritu, las cuales tienen la misma esencia: energía, pero diferente vibración.
Y esas vibraciones pueden ejemplificarse como capas, como distintos cuerpos.
Nosotros en Misión Ser, los describimos como mamushcas, esas muñequitas rusas que se colocan unas adentro de otras. La más chica ejemplifica el cuerpo, la que le sigue en tamaño la mente, la siguiente el alma, y la otra el espíritu.
Aquello a lo que llamamos espíritu es la vibración más alta del Ser, es la chispa esencial, parte de Dios, no tiene forma, sólo es.
El alma, a la que llamamos también: ser interior o ser en esencia, tiene una vibración un poco más baja.
Luego la mente y todo lo que ella emite, pensamientos, emociones acciones, a su vez vibran con una frecuencia más baja que las anteriores. Esto para ser percibidas y experimentadas en el cuerpo físico.
El cuerpo físico, o cuerpo material es el que tiene la frecuencia más baja, más adaptada a la vibración del planeta en el que está.
El cuerpo es para el Ser como un traje. Un traje que se pone para experimentar durante un tiempo, y que luego, cuando ya cumplió su misión deja para seguir experimentando.
La misma esencia en distintas vibraciones. Una analogía interesante para comprender esto es pensar en el agua en sus distintos estados. Cuando se presenta como hielo, podemos imaginar el cuerpo; como agua. la mente y todo lo que proyecta; como vapor: el alma y el espíritu.
Un punto fundamental para entender el proceso es que la energía de más alta frecuencia puede modificar la de más baja frecuencia.
Por eso si queremos cambiar algo en la conciencia del cuerpo, y de la materialidad, debemos hacerlo desde estadíos de frecuencia más elevada, no desde la misma frecuencia.
Desde la misma frecuencia puede haber paliativos, pero no modificaciones reales. Es decir si tomo algo para el dolor me puede aliviar pero no me conecta con el origen del mismo porque éste está a un nivel más profundo, es decir no termino de sanar o liberar aquello que en verdad produjo ese dolor en mí.
Si voy a un nivel más elevado de mi ser, a mi mente, desde ahí puedo generar ciertos cambios sobre el cuerpo, que me van a permitir conectar con la comprensión profunda de que el cuerpo es muy obediente y que se expresa según se manifieste mi mente. Si digo que me siento indefensa, y lo repito varias veces, las defensas de mi cuerpo van a bajar y así con todo lo que sienta o exprese.
Pero muchas veces para entender los para qué de aquello que mi cuerpo manifiesta, debo ir un poco más alto aún y conectar a nivel del ser interior. De nuestra conciencia divina, entendiendo que esa es nuestra esencia y que ahí está la verdad. Esto es la información del ser en toda su existencia (en su traje actual: concepción, vientre materno, historia propia y familiar) y en trajes anteriores. Como así también la frecuencia de luz de nuestra verdad más alta. Puede ser que mi cuerpo se exprese por un sufrimiento en una vida anterior, que necesito sanar para ya no volver a experimentar.
Por eso, si quiero encontrar mi camino, mi equilibrio, mi paz, tengo que conectar con ese Ser que realmente soy. Más allá de mi cuerpo y de mi mente. Conectar con mi ser divino, eterno y perfecto, porque en él están todas las verdades, ahí está la dirección a seguir y desde puedo hacer los verdaderos cambios que deseo.
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