Deseas encontrar tu propósito de vida? Realiza este ejercicio revelador!

En varios post hemos hablado de la importancia de descubrir para qué vinimos a esta tierra, es decir qué es aquello que podemos realizar de manera especial, única e irrepetible.

Y si bien esa verdad está en la memoria de nuestro ser, muchas veces nos pasa que por distintos motivos no podemos conectar con ella de manera natural o espontánea y es por eso que te invitamos a que te animes y decidas que es el momento de encontrarla.

En esta entrada te voy a revelar un ejercicio que te va ayudar para dar ese paso necesario y empezar a avanzar en propósito de vida. Decimos que es revelador porque ha ayudado a mucha gente que a través de nuestros cursos y/o de nuestros encuentros presenciales ya está poniendo en acción su misión de vida.

Cierra los ojos, respira suave y profundo, deja ir cualquier tensión que puedas tener. En los hombros, en la espalda, en el cuello. Ahora suelta sensaciones que te alejen de tu paz. Respira y deja ir y hazlo una y otra vez. Hasta sentir paz. Conecta con una luz blanca en el centro de tu pecho, una luz que gira en el sentido de las agujas del reloj. Y al girar te empieza a iluminar. Ilumina tu cuerpo, tus pensamientos, tus sensaciones. Te comienzas a ver cómo la luz que eres. Luz blanca y pura. Ahora vas sintiendo que todo lo que no sea luz blanca en tu ser, de a poco empieza a irse, y sólo queda esa luz blanca. Imagina que esa luz baja por todo tu cuerpo hasta tus pies, y que se expande hacia afuera, iluminando todo lo que hay alrededor. Ahora conecta con el deseo profundo de conocer tu propósito, muy profundo. E imagina una línea luminosa que te lleva hacia atrás en el tiempo, vas más y más atrás. Allí estás tú con 4 años, es una habitación que recuerdas. Te ves con esa inocencia, dulzura y ternura que tenías. Mira a quién fuiste hace un tiempo, agradécele por su existencia y ponte a su lado. Siente su energía y cuán familiar te resulta. Toma su mano, apriétala para darle seguridad y dile que admiras su brillo. Luego dale un abrazo fuerte, y siente que conectas con esa personita que está adelante tuyo, y con sus sueños , sus deseos, su vitalidad. Conecta con su corazón y sus pensamientos. Luego busca algún juguete o un objeto que esté en esa habitación y que te resulte atractivo e invítalo/a a jugar. Presta especial atención al juguete que has elegido, y a tus sensaciones al compartir esa actividad. Luego saluda al niño/a prometiéndole volver. Observa su expresión y espera hasta que te sonría. Ahora sal de la habitación. Y sigue la luz que te traerá a este aquí y ahora. Pon una mano en tu corazón para sostener la emoción que sientes y comienza a recordar: conéctate con los juegos, las canciones, las películas, las series, los libros, los personajes que te gustaban durante los primeros siete años de vida. Y anota todo aquello que vaya viniendo a tu mente.

Como segundo paso comienza a pensar qué decías que ibas a ser cuando fueras grande, puedes ayudarte preguntándole a algún familiar o persona conocida que haya compartido tu infancia.

De hecho yo de niña comencé a hablar a los cinco meses, luego de más grande, amaba escuchar la radio e imaginar que era la locutora o la conductora de los programas, me veía a mi misma haciendo reportajes y entrevistas, también hablaba con las chicas y chicos de mi edad, y los ayudaba a resolver sus problemas, a los cuatro años me eligieron mejor compañera en una colonia de vacaciones, también le escribí una poesía a Dios donde describía exactamente el sentido de la vida para mi.

Y todo eso no hacía más que revelar el perfil, de quién soy y a qué me dedico.

Por eso, recopila esa información, ordénala y haz relaciones entre lo anotado. Busca puntos en común, coincidencias entre ellos. Aquello que encuentres, si resuena en tu corazón te va a dar una idea muy cercana de tu verdadero propósito.

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