En un post anterior nos referimos al tema de las creencias. De qué manera influyen en nuestra vida y cómo identificarlas.
Si no lo leíste, te invitamos a hacerlo, en este enlace: Cómo identificar condicionamientos que nos limitan 1. Porque esa es la base para entender lo que te vamos a revelar en esta entrada.
Hemos hablado de creencias en las cuales se buscaba recrear una situación de placer o alegría vivida por nuestros ancestros. Las hijas que de manera inconsciente tenían comportamientos que reproducían situaciones que habían experimentado sus papás. Y no lo hacían porque lo habían escuchado o visto, sino porque fue información que recibieron en su memoria celular.
Ahora bien, qué sucede cuando aquello que se busca reproducir es algo que no nos hace bien, nos provoca sufrimiento, pérdida, dolor. En el post anterior, dijimos que es necesario identificar el origen y soltarlo, porque es una limitación para alcanzar la vida que deseamos, es una limitación para vivir en nuestra mejor versión.
Y eso lo lo trabajamos en Misión Ser, ya que en el proceso de encontrar su mejor versión en camino divino, identificar creencias es esencial, y lo hacemos no sólo a través de distintas técnicas como PNL, constelaciones familiares, regresiones etc,
Sino a través de un proceso en que cada una de las personas se encuentra con su propia verdad divina, con aquello que a ella la está bloqueando, no sólo a nivel de su vida actual, sino también durante el tiempo de concepción, gestación en su psicogeanología o en la historia de su alma, a través de los registros akáshicos.
Cómo es el proceso
El proceso es de identificación de la cuestión, liberación y reenfoque y es tan exacto, que la mayoría de las personas en la sesión siguiente se olvidan qué habían trabajado en la anterior.
Pero para poder acompañar a otras personas, tanto Horacio como yo hemos tenido un largo camino de formación, aprendizaje y en especial de trabajo con nosotros mismos. Un proceso que es continuo, porque siempre hay algo para más para soltar.
En mi camino hubo un condicionamiento que me gusta contar porque es muy descriptivo de cómo las creencias pueden influir en nosotros a nivel celular. Modificando nuestro comportamiento e incluso nuestro equilibrio físico, nuestra salud.
Por muchos años tuve problemas respiratorios, los médicos lo identificaban como broncoespasmos y sinusitis. Esto hacía que tuviera que tomar distintos medicamentos, y tenía crisis que a veces duraban varias semanas.
¿Qué pasaba con las creencias?
Mis papás tenían algunos síntomas similares, pero más esporádicos, algo de tos, congestión nasal, picazón en la piel. Ambos repetían una y otra vez que tenían alergia, que se les activaba cuando llegaba el otoño, la primavera, el cambio de tiempo, o ante un estímulo de una planta, un animal, o la humedad ambiente.
Y solían contarnos anécdotas de situaciones donde estas alergias les habían provocado crisis. Me crié escuchando esto, y sintiendo el sufrimiento de mis papás. A mis 20 años y cansada de tantos tratamientos para mejorar mi sistema respiratorio, fui a un alergista, cuando escucharon mis papás que iba a ir, decidieron ir ellos también para tratar sus propios síntomas de alergia que tenían hace tiempo.
Grande fue mi sorpresa cuando el médico nos dijo que ellos no eran alérgicos, que seguramente habrían tenido algún episodio aislado o temporal, pero que yo tenía un cuadro muy agudo. Que el porcentaje de anticuerpos en mi era muy alto y que tenía alergia a casi todo lo que se podía tener. Así que tenía por delante un largo tratamiento para mejorarme.
Qué había pasado. Me había tomado los dichos y sufrimientos de mis papás como propios. Porque si ellos en su decir eran alérgicos, yo también tenía que serlo. Y no sólo eso, sino multiplicarlo por dos. Ese es un claro ejemplo de creencia adquirida por lealtad al sufrimiento. La palabra de mis papás era santa y yo la tomaba como tal.
Una vez que identifiqué esto como algo aprendido, que identifiqué que esa dolencia no vibraba con mi deseo de ser libre y disfrutar sanamente de mi cuerpo, la solté, y la sanación vino de manera divina.
Horacio me mostró que mi problema era sólo que no sabía respirar. Y me enseño como hacerlo, tal como hace en el curso de respiración. Por la nariz, cerrando la boca y con un ritmo suave, no como ejercicio, sino como gesto de respeto a la vida.
Nunca más tuve una sensación de ahogo, ni tampoco las fosas nasales tapadas. Porque al respirar por la nariz todo se acomoda. El aire entra filtrado y refrigerado por los pelos que hay en ella que cumplen esa función, y de esa forma impedimos las irritaciones de garganta o bronquios que se producen cuando el aire entra por la boca sin filtro. Y además la nariz no se tapa porque la usamos, cuando no la usamos se atrofia y hace moco o pólipos.
Pero, te preguntarás cómo son los tres pasos a los que referí: identificación, liberación y reenfoque. Los vas a conocer en el siguiente audio:
Si no puedes identificar aquello que te está sucediendo, te limita, o no te deja avanzar, en Misión Ser te ayudamos a descubrirlo para dejarlo ir y que puedas vivir la vida que deseas en camino divino.
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